"Flexibilizó la musculatura de la economía chilena"
Por Juan Andrés Fontaine
Señoras y Señores:
El autor no necesita de presentación alguna. Su trayectoria, siempre veloz, ha dejado una estela brillante en todas las aguas que ha surcado. En las aulas universitarias y los gabinetes ministeriales; en las salas de directorio; en los auditorios de las conferencias internacionales, las columnas de los periódicos y los estudios de televisión, José Piñera Echenique ha sobresalido entre los sobresalientes.
Y la obra que tengo el honor de presentar es su testimonio personal de uno de esos muchos logros: la revolución laboral, que a él le tocó idear y comandar con éxito, como Ministro del Trabajo, en 1979.
Digo testimonio personal, porque el libro no es ni una historia minuciosa del período, ni un análisis de los conceptos y alcances del Plan Laboral. Tampoco es un texto de “memorias”: el recuento de hechos ocurridos en un tiempo lejano, cuyos protagonistas ya han dejado este mundo.
No. Lo que José Piñera nos entrega hoy es una memoria viva. El relato de un período crucial, en la que le fue dada la oportunidad de volcar su talento a crear, a moldear un Chile nuevo. Y a hacerlo en un área tan fundamental para la vida humana como el trabajo de cada día.
El Plan Laboral flexibilizó la musculatura de la economía chilena y le permitió crecer rápido, exportar a través de todos los mares y dar trabajo a un millón de personas más, en los últimos cinco años. Las buenas políticas macroeconómicas de dicho período encontraron un terreno abonado en lo laboral, y eso explica en parte sus resultados mejores, por ejemplo, que los obtenidos durante la expansión, también rápida, de la segunda mitad de los setenta.
Soy un convencido de la importancia de la flexibilidad de la legislación del trabajo. Desde Inglaterra a Nueva Zelandia, pasando por Argentina, esa es la gran lección macroeconómica de nuestros días. El Plan Laboral avanzó a Chile más allá de las demás naciones y esa, lejos de ser una razón para retroceder ahora, es una razón más para creer en el futuro de Chile.
El Plan Laboral hizo realidad la libertad de trabajo. Adentró la revolución liberal que se libraba con éxito en variados campos de la economía, al vital mundo de las relaciones empleados y empleadores; allí donde, la prédica socialista había levantado sus mejores fortificaciones.
El libro que hoy nos reúne está escrito con ritmo ágil y ameno.
Hay en La Revolución Laboral, humor cuando describe, por ejemplo, los encuentros con las solemnes autoridades del régimen anterior. Hay suspenso, en la descripción de las alternativas del boicot sindical que debió desarticular al inicio de su gestión o la huelga en El Teniente, bautizo de fuego de la nueva legislación.
Hay rigor intelectual para denunciar las injusticias del régimen laboral anterior; para echar abajo, una vez más, los mitos socialistas, que --particularmente en este campo-- habían calado tan hondo. No escapan a la lógica inmisericorde del autor, ni las verdades sagradas del movimiento sindical, ni las ensoñaciones corporativistas o concertacionistas tan frecuentes y recurrentes en Chile, ni cierta interpretación de las enseñanzas de la Iglesia.
Hay aquí, coraje para hablar claro sobre el funcionamiento del proceso político en el régimen autoritario; para celebrar el patriotismo y buen gobierno de sus autoridades; para condenar lo condenable.
Hay en estas páginas, digo, ritmo, humor, suspenso, rigor y coraje, pero hay, sobre todo, pasión. Pasión por la obra colectiva de la recreación de Chile que vivimos en los últimos quince años.
Al leerlo no pude sino evocar largas discusiones que, años atrás, manteníamos con el autor sobre la factibilidad de una revolución liberal en Chile. Debo reconocer que siempre fui, al respecto, algo más escéptico que nuestro autor. Parecía, entonces, una tarea imposible, así como aparece hoy en la Argentina o la Unión Soviética.
Y he aquí que una docena de años más tarde, y casi inadvertidamente, triunfa la revolución: los prejuicios se desmoronan, los adversarios de antes deponen sus armas, de todos los rincones del mundo celebran nuestros logros, el Presidente de la nación más poderosa de la tierra viene acá y saluda la victoria liberal en Chile.
Por eso, este libro es algo así como un trozo de la crónica de una epopeya; el relato de una batalla decisiva en la gran modernización de Chile, ese esfuerzo que, enroló y conmovió a toda una generación de profesionales y abarcó casi todos los campos del quehacer económico y social.
En él palpamos el heroísmo de sus actores, la fortaleza de sus convicciones, su resolución para superar cualquier obstáculo.
El relato de las grandes gestas siempre provoca admiración y nostalgia. Admiración por la magnitud de la obra realizada. Nostalgia, porque los tiempos de paz y consenso que luego sobrevienen, aunque necesarios quizás para consolidar el avance y preparar la próxima ofensiva, no despiertan la pasión creadora que pinta tan vivamente la pluma de José Piñera.
Señoras y Señores: La Revolución Laboral es un libro que instruye, entretiene y emociona; un capítulo crucial en la crónica de la construcción del nuevo Chile. Y como su autor, concluida esta etapa se volcó con igual energía a la Reforma Previsional y la Ley Minera, aprovecho para comprometerlo públicamente a producir también esos otros dos capítulos trascendentales.
Así se irá enhebrando el recuerdo de los por qué y los para qué de la obra edificada, y también de lo que quedó pendiente, durante lo que pienso fue el período más fértil de la historia de Chile del siglo veinte.
Felicito al autor, celebro a la Editorial Zig-Zag por la iniciativa y recomiendo encarecidamente a todos ustedes su lectura. Muchas gracias.
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