Chile pionero

Por José Piñera

Fue Prusia, a partir de 1881, el primer país en el mundo que creó un sistema estatal de pensiones. El arquitecto fue el llamado Canciller de Hierro, Otto von Bismarck (1815-1898), quien nunca imaginó las consecuencias inesperadas de su modesta iniciativa (la edad de calificación para jubilar era 65 años cuando el promedio de esperanza de vida de un prusiano era solamente 45). Pero sí acertó cuando, con cinismo, justificó ese sistema señalando que un trabajador que depende del gobierno para su retiro será más obediente y servil ante las autoridades de ese mismo gobierno.

Hoy el sistema de pensiones de reparto, como el que tenía Chile, se dirige hacia la bancarrota en todo el mundo. Al romper, a nivel individual, el nexo entre contribuciones y beneficios, entre esfuerzo y responsabilidad, contrariando así la naturaleza humana y abriendo las puertas para la manipulación política, la evasión y los intereses creados, tal sistema contiene la semilla de su propia destrucción. Además, el fuerte incremento de las expectativas de vida y la reducción de las tasas de fertilidad son una pesadilla para los administradores de sistemas de reparto en todo el mundo.

Como lo ha observado el ex Secretario de Comercio de los Estados Unidos Pete Peterson, "los costos del envejecimiento global estarán lejos de las posibilidades de aun las naciones más ricas, a menos que el sistema de pensiones se reforme radicalmente... el envejecimiento global se convertirá no sólo en el problema económico más trascendente del siglo 21, sino también en el problema político más importante".

El mundo comienza a descubrir, no sin asombro por provenir la experiencia desde el Sur, que el modelo de capitalización individual que creó Chile parece ser la solución. No sólo resuelve la crisis fiscal y social, al reemplazar al sistema estatal de reparto con uno privado basado en el ahorro y la inversión, sino que crea un mundo muy diferente del que engendró Bismarck. Crea un mundo de trabajadores-propietarios. 

Es un hecho que la reforma previsional chilena ha dado tan buenos resultados que se ha convertido en un modelo para la verdadera revolución de las pensiones que está ocurriendo en el mundo.

En la década de los 90, siete países latinoamericanos siguieron, aunque de manera imperfecta en la mayoría de los casos, el camino que Chile trazó al aprobar su reforma previsional el 4 de Noviembre de 1980. Gracias a esta reforma, 50 millones de trabajadores latinoamericanos se han convertido en propietarios de riqueza real al ser dueños de sus cuentas de ahorro para la jubilación. A fines de la década de 1990, tres ex países comunistas, Hungría, Polonia y Kazakstán, introdujeron el modelo chileno en forma parcial, creando otros 20 millones de trabajadores-propietarios. Y el 2001 lo hizo el primer país de Europa, Suecia, como también Hong Kong en Asia.

Como es de conocimiento público, el Presidente George W. Bush ha apoyado de manera reiterada y entusiasta el sistema de cuentas individuales de retiro. El mismo Alan Greenspan, el poderoso presidente del Banco Central norteamericano, testificó ante el Congreso de EE.UU. de la siguiente manera: "Los principios conceptuales básicos, que son similares a los del modelo chileno, me parecen la dirección en la que está convergiendo el debate sobre la reforma de la Seguridad Social, y lo considero un valioso primer paso hacia una solución de este problema".

Los trabajadores de Japón y de los países de Europa continental son como pasajeros en un Titanic. La crisis de las pensiones en esos países es mucho más severa que la de los EE.UU. Para el 2025, cerca de un tercio de la población de Europa calificará para pensiones públicas. En el 2032, en Alemania e Italia, cada jubilado tendrá que ser financiado para su jubilación por un trabajador, lo que requerirá intolerables impuestos al trabajo. Aun cuando los países de Europa continental están gastando, en promedio, 15% del PIB en pensiones públicas, hasta el presente sólo han implementado medidas de parche.

La crisis en Japón, el país más envejecido del mundo, es similar a la de Europa continental. El sistema de pensiones tiene obligaciones no financiadas de cerca de 150% del PIB y se encamina a la bancarrota. Más aún, el modelo japonés de capitalismo dirigido por el Estado ha resultado en un sistema privado de pensiones que también se ha convertido en insolvente.

En conclusión, la batalla por una reforma de las pensiones que priorice la libertad y dignidad del trabajador está ganándose en América Latina, en los antiguos países comunistas de Europa del Este, y en Estados Unidos.

Sin embargo, ganar la batalla en Europa continental y Japón requerirá superar obstáculos educativos y políticos que hasta el presente han impedido un debate honesto en aquellos países. Como lo ha anotado el economista Deepak Lal, "la creación de gigantescos estados redistributivos en Occidente ha corrompido la política, llevando a que cada candidato a un cargo público luche por comprar votos con dinero ajeno".

Pero nada es más fuerte que el poder de una buena idea. Como sostuvo hace poco la prestigiosa revista The Economist: 

"La reforma a la previsión social constituye la siguiente gran reforma liberal, fácilmente un cambio tan significativo como la privatización de las empresas de propiedad del estado --también calificada en su tiempo como una utopía. En materia de pensiones, América Latina ha abierto el camino. Que el mundo lo siga".


(La Tercera, 9 de marzo, 2003)


 

 

2010 © www.josepinera.org