ECONOMIA Y SOCIEDAD EN INTERNET
14 de octubre, 2002

MIRANDA Y O'HIGGINS
por Marcelo Somarriva
(El Mercurio 14.10.02)

En Bruselas en el 2001 se hizo el primer reconocimiento europeo oficial a Francisco de Miranda (Caracas 1750 - Cádiz 1816), el precursor de la Independencia Hispanoamericana que vivió buena parte de su fabulosa vida en Europa.

Detrás de este postergado homenaje a quien suele llamarse "el primer criollo universal" o, también, el sudamericano novelable por excelencia, se encuentra la "Asociación Internacional Andrés Bello", dedicada a la promoción de los lazos culturales entre Europa y América Latina, y en particular su vicepresidente, el economista belga Christian Ghymers. No es usual que un economista se interese por la historia y menos aún que un experto en macroeconomía belga se apasione por la historia americana y la chilena en particular. El origen de su interés por la figura de Miranda es sorprendente y merece contarse.

Interesado en la excepcionalidad del modelo económico chileno, Ghymers decidió buscar en la historia local respuestas que explicaran la particularidad de la institucionalidad nacional. Sus indagaciones lo llevaron cada vez más atrás en el tiempo, hasta terminar con Bernardo O'Higgins, donde Ghymers descubrió la raíz de una serie de elementos que le parecieron preponderantes en la construcción de la identidad y la institucionalidad chilena. Sin embargo, el historiador aficionado quiso llegar hasta el origen de las ideas de O'Higgins y fue así como terminó frente a la figura de Francisco de Miranda, que, como se sabe, fue mentor de quien entonces todavía era el joven Bernardo Riquelme, durante el período de su formación en Londres.

Christian Ghymers es doctor en economía y fue miembro del equipo que trabajó en la puesta en marcha del tratado de Maastrich. A partir de 1993, Ghymers comenzó a trabajar como asesor de la Dirección General de Economía y Finanzas de la Comisión Europea. Ghymers implementa sistemas cooperativos entre América Latina y la Unión Europea y se encuentra en este momento en Chile en comisión de servicio en la Cepal. Sus horas libres las dedica a lo que se ha convertido en su principal afición, Francisco de Miranda y Bernardo O'Higgins.

Miranda participó en tres revoluciones, la guerra de independencia de los Estados Unidos (donde germinó su pasión por la emancipación de las colonias hispanoamericanas); la Revolución Francesa, donde intervino con éxito en las campañas militares del norte (ganándose con ello un lugar en el Arco del Triunfo), y la revolución de la independencia en Venezuela, empresa en la que finalmente sus visiones no encontraron apoyo. Algo que también sucedió con las ideas que proponía en una carta que le dirigió a Petion en 1792, después de la derrota de Amberes, donde instaba a los legisladores a que otorgaran derecho a voto a las mujeres, "pues no puede haber una República democrática cuando la mitad de la población está al margen de las decisiones".

El principal móvil de la vida de Miranda -y la causa de todas sus desgracias- fue su constante preocupación por la causa de la independencia americana. Todos sus viajes a lo largo de Europa y América fueron hechos en el empeño romántico, como el mismo decía, de leer en "el gran libro del universo" y para conocer distintas realidades con el fin de implementar en América la mejor forma de sociedad. Miranda escribió tres proyectos constitucionales con el propósito de que fueran aplicados en su proyecto panamericano de "La Gran Colombia".

La biblioteca de Miranda, que se dice alcanzaba alrededor de los 6.000 volúmenes, y su archivo personal, la "Colombeia", una verdadera enciclopedia particular de varios volúmenes donde junto a sus diarios y toda clase de documentos, reunidos en sus viajes, son célebres.

A juicio de Ghymers, de todos los libertadores americanos el único que efectivamente logró implementar en parte los planes democráticos y la idea de gobernabilidad preconizada por Francisco de Miranda fue Bernardo O'Higgins.

Los detalles del encuentro entre ambos en Londres son materia conjetural. O'Higgins, entonces todavía Bernardo Riquelme habría sido un asiduo de la residencia de Miranda en Alsops Buildings. Por otra parte, Miranda, que era lector de Ercilla y del Abate Molina, afirmó que el joven Riquelme era el único chileno con que se había topado en su vida. Al separarse los destinos de Miranda y O'Higgins, el maestro le dejó a su joven discípulo una carta de consejos con la recomendación de memorizarla y luego destruirla. O'Higgins la conservó toda su vida, se dice incluso que la llevaba siempre debajo de su sombrero.

Como un heredero de Miranda, O'Higgins según Ghymers, sería un aporte crucial en la formación de la identidad chilena y la estabilidad institucional del país. Incluso lleva las cosas más lejos aún, y se pregunta cómo habrían sido los destinos de Hispanoamérica si la confederación pragmática y democrática que proponía Miranda se hubiera impuesto por sobre el modelo encarnado por Bolívar, proclive a la emergencia de los caudillos locales, el autoritarismo y la centralización de poderes. ¿Quién sabe?

 

 

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