ECONOMIA Y SOCIEDAD EN INTERNET
9 de Noviembre, 2002


LOS FALSOS REVOLUCIONARIOS

por Oriana Fallaci

(Extractos de la "Lettera aperta della scrittrice ai propri concittadini", publicada en el diario Corriere della Sera el 6 de Noviembre, 2002).

Florentinos, mantengan su dignidad. No se mantengan inertes ni resignados, demuestren su desprecio. De manera pacifica y educada. Cierren sus tiendas. Cierren también los restaurantes, los bares, los mercados. Cierren los teatros y las farmacias. Cierren todo, bajen las persianas, pongan el cartel que algunos hombres valientes pusieron en 1922 cuando los fascistas de Mussolini hicieron la Marcha hacia Roma: "Cerrado por duelo".

El mismo cartel tendría que estar puesto en la entrada de los "Uffizzi", de los demás museos que la municipalidad de Florencia tendrá abiertos, del Baptisterio, de Santa María del Fiore, de todas las iglesias, del Puente Vecchio y del Puente de Santa Trinita. Y no manden sus hijos a la escuela. No les hablen a quienes quieren maltratar nuestros monumentos. Ni siquiera los miren. No respondan a sus provocaciones.

Impónganse una especie de toque de queda, siéntanse como se sentían en 1944 cuando los alemanes hicieron estallar nuestros puentes en vía Guicciardini, en vía Santa María. Ofrezcan al mundo el doloroso espectáculo de una ciudad violada, herida, traicionada, pero sin embargo orgullosa. Es posible que aquellos que suelen engañar con la palabra más violada del mundo, la palabra Paz, no devasten nuestra Florencia. Es posible que por no perder sus privilegios de alcalde, de presidente de la región, de diputado, de senador, de ministro, de secretario general, los protectores del Foro Social les hagan cambiar de opinión, es posible entonces que no sea una manifestación violenta.

Pero como quisieran hacerle a Florencia lo que ya le hicieron a Seattle, a Praga, a Montreal, a Niza, a Davos, a Quebec, a Goteborg, a Génova, a Barcelona. Pero no osarán romperle los genitales al David y al Biancone. No osarán romperle los brazos al Perseo de Cellini. Tal vez no osarán asaltar los bancos y los consulados y los cuarteles. Pero, sin embargo, no existe sólo esa violencia. También está la violencia que, alimentándose de cinismo, anda en busca del mártir para poder santificar el movimiento. La violencia del que lanza piedras o extintores en contra del carabinero aterrorizado. La violencia que, alimentándose de estupidez, ensucia con pinturas las fachadas de los antiguos palacios. Que quema los autos. Que ocupa las casas y los bancos y las fábricas, que destruye los diarios y las sedes de los movimientos políticos que se les oponen. Que (no habiendo estudiado la historia de Europa) repite las cosas sucias que hicieron los fascistas de Mussolini y los nazis de Hitler.

Existe también la violencia moral, por Dios! Y es la violencia que se manifiesta con la demagogia, que se expresa con las amenazas y las intimidaciones. La violencia que aprovechándose de la ley, humilla la ley, la hace ridícula. La violencia que, sirviéndose de la democracia, ultraja la democracia, la quebranta. La violencia que aprovechándose de la libertad, mata la Libertad. La asesina. Y esta violencia ya la están infligiendo a Florencia de manera descarada. Escandalosa. La están infligiendo por culpa de quienes, para mantener el poder, para ganar nuevos votos, les imponen el llamado Foro Social. Que ignorando o fingiendo ignorar su patrimonio artístico, su vulnerabilidad, harán que invadan la ciudad una multitud de 200.000 personas, casi la mitad de los habitantes de Florencia. Que junto a la gente de buena fe (en mi opinión una peligrosísima buena fe, pero, hasta que no produzca el Mal, la buena fe debe ser respetada) dejarán entrar vándalos, a los cuales debemos las porquerías de los anteriores Foros Sociales.

Los falsos revolucionarios, los hijitos de papá, que viviendo con el dinero que le pasan sus padres o de quienes los financian, osan hablar de pobreza. De injusticia. Los presuntos pacifistas que invocan la paz haciendo la guerra y la exigen de una sola parte. O sea de la parte de los norteamericanos y basta. Nunca se les ocurriría pedirle paz a Saddam Hussein o a Bin Laden. Ni una vez se les paso por la cabeza organizar una marcha de protesta por las personas asesinadas con el gas por el primero o las personas masacradas en Nueva York por el segundo. A Saddam Hussein lo respetan, a Bin Laden lo quieren. En los "centros sociales" esconden inmigrantes clandestinos entrenados por Al Queida en Iraq o en Irán o en Pakistán. Y que el 11 de Septiembre eran los primeros en sonreir diciendo "Se-lo-merecían-los-americanos".

Recuerden que Florencia no es Porto Alegre. Que es un símbolo de nuestra cultura. De nuestra identidad. De nuestra civilización occidental. Defenderla es prácticamente imposible, porque sus bellezas no están solamente en los museos. Cada estatua, cada cuadro, cada palacio, cada calle, cada plaza, cada piedra de Florencia será un prisionero de esa gente.

Por Dios no hay ningún político que tenga un poco de coraje? Alguien que diga lo que piensa. Con mucho respeto, entre los culpables también lo pongo a Ud., Signore Presidente de la República. Y le digo: lo siento mucho por haberle enviado una carta de congratulaciones cuando asumió su prestigioso cargo. Lo siento porque Ud. me ha decepcionado profundamente. No le dijo nadie que por cinco días Florencia se transformará en una ciudad blindada, una ciudad asediada, una ciudad que vivirá en miedo, una ciudad donde sus ciudadanos perderán la libertad de caminar en sus propias calles? ¿Quiénes son sus aduladores, o sea sus consejeros? Tenía razón su esposa, cuando a mi grito de dolor contestó: "Gracias, estimada Signora, gracias por informarnos. En este momento mi marido está encerrado en su oficina trabajando, pero sin embargo esta noche en la cena le contaré todo. Porque sabe, aquí en el Quirinale no se sabe nunca nada". Pero Ud. no hizo nada.

Así es florentinos, hemos quedado solos para defender nuestra dignidad. Solos, junto a aquellos pobres carabineros y policías que saldrán insultados, calumniados, maltratados. Aquellos pobres hijos del pueblo que en Génova fueron acusados de haber "apagado-sus-cigarrillos-sobre-el-muerto" (¡Qué vergüenza!). Esos pobres Cristos a los cuales los vándalos griegos prometieron una "bala-para-cada-cabeza", y que por cinco días no tendrán ni siquiera el derecho de defenderse con la pistola. Ni de disparar al aire.

Quizás por puro cálculo sus protectores han comprendido que si sucede otra tragedia, como en Génova, esta vez la pagarán, y están trabajando fuerte para que no pase nada. Nadie puede ser profeta... pase lo que pase, la ofensa permanece. El calvario permanece. La violencia moral permanece. Por estas razones, florentinos, bajen las persianas. Pongan en frente de sus tiendas el cartel "Cerrado por duelo". Expresémosles nuestro desprecio. Digo expresémosles porque en Florencia, en esos días, estaré también yo con ustedes.

 

 

2010 © www.josepinera.org