ECONOMIA Y SOCIEDAD EN INTERNET
5 de Marzo, 2009

(Nota de JP. Comparto esta interesante nota del Dr. Dalrymple. Pues nunca hay que olvidar, y dejar de agradecer, que la Cámara de Diputados y las Fuerzas Armadas salvaron a Chile en 1973 de convertirse en una segunda Cuba. Así lo demuestro en mi reciente libro "Una Casa Dividida". Si la abortada 'dictadura comunista chilena' hubiera durado 50 años, como la cubana y las de varios países de Europa del Este, Chile, en vez de ser hoy el país Nº 6 del mundo en libertad económica, sería también un 'cementerio de esperanzas'. Me sorprende que un historiador, periodista o novelista emprendedor no haya escrito una historia virtual del Chile reciente en un escenario en que Allende hubiera triunfado en su proyecto de imponer un "socialismo marxista, total y científico", como le confesó era su meta a Regis Debray en 1971. Los jóvenes sabrían del horror del que fueron librados por sus padres y abuelos, y quizá no tendríamos que sufrir la verguenza de escuchar a dirigentes de la Alianza hablar peyorativamente de 'dictadura militar').

Cuba: Cementerio de esperanzas
Por Theodore Dalrymple (Actualidad Económica, 5 de marzo 2009)

Con motivo del quincuagésimo aniversario de la revolución cubana, Le Monde publicó un reportaje especial de cuatro páginas sobre el tema. Lo sorprendente del reportaje era que tres de las cuatro páginas, escritas por los franceses, expresaban hostilidad por ella. Y digo sorprendente porque Le Monde es de izquierdas y durante mucho tiempo los franceses han manifestado una profunda simpatía por Fidel Castro y su dictadura. Desde Jean Paul Sartre a Danielle Mitterand, prominentes personalidades francesas han alabado al caudillo cubano y todas sus obras. El último fin de semana aún se vendían camisetas con el rostro del Che en el mercado de la pequeña ciudad, rica y burguesa, que hay cerca de donde vivo en Francia.

Guillaume Carpentier, el enviado especial del diario a Cuba, no se andaba con rodeos. El encabezamiento de su artículo era el siguiente: "Carreteras en un estado lamentable y edificios que se caen a pedazos, mercados vacíos, salas de cine y librerías cerradas: 50 años después de la entrada triunfal de los barbudos en la ciudad más bella de Latinoamérica, la desilusión reina en La Habana". Y a continuación añadía: "Casi todos los cines han cerrado. De las 135 salas que había en La Habana (más que en París o Nueva York), sólo quedan 20. Tras la nacionalización se fueron cerrando una a una por falta de recursos, películas o electricidad. Los cubanos se quejan de que La Habana es un cementerio de cines. También es un cementerio de librerías, mercados, tiendas. En resumen, Cuba es un cementerio de esperanzas".

El periodista proseguía diciendo que todo lo que les queda a los cubanos es el humor negro, fomentado por los rumores (siempre desmentidos) de la muerte de Castro. Un hombre llamado Ernesto en honor del Che, declaraba al corresponsal que "Castro se mantiene en pie gracias a unos puntales, igual que todos los edificios de La Habana Vieja". Ernesto odia al Che y el culto oficial de que es objeto. "He perdido 50 años de mi vida por culpa de este régimen. Con mi sueldo de ingeniero sólo puedo comer diez días al mes".

En otro extenso artículo titulado "El nacimiento de un mito", Alain Abellard describe la manipulación de la historiografía oficial. No niega que Castro sea un hombre notable: sus hazañas están entre las más destacadas del siglo XX. Pero ser notable y ser bueno son dos cualidades diferentes. Abellard señala que la tasa de alfabetización en Cuba en 1959 era del 80%, que la renta per cápita en 1953 era similar a la de Italia (y ocupaba el lugar 22 a nivel mundial), que los italianos y los españoles emigraban en esa época a Cuba para buscar una vida mejor, que su sistema sanitario era el segundo mejor de Latinoamérica, que su economía era la tercera mayor del subcontinente, que producía el 80% de los alimentos que necesitaba (ahora produce el 20%, y eso que el nivel de consumo es menor), que en el país había mucha menos prostitución y que los cubanos dicen ahora que "todo está racionado, excepto la policía y la desilusión".

Por supuesto, todo esto se sabía desde hace tiempo. Lo que es sorprendente es la franqueza con que se reconoce.

A los intelectuales occidentales les lleva medio siglo reconocer los horrores de las revoluciones socialistas.

 

 

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