Chile-Perú: De la HV3 a un Polo de Desarrollo en SudAmérica

por José Piñera (Economía y Sociedad N°76, 16 de octubre de 1995).

Cuando Colón llegó a América, los indígenas se pintaban los cuerpos cuando iban a la guerra. Pero cuando la magnifica exposición chilena "Cuerpos Pintados" se presentó en Lima hace unas semanas, no era un signo de guerra sino de paz. Era un hito más de la extraordinaria complementación que se está dando entre dos naciones que durante cien largos años se han mirado con el recelo y la desconfianza de dos viejos enemigos. El despegue de Perú es un acontecimiento clave para Chile. La aplicación en ambos países de un sistema de libre mercado está abriendo la posibilidad de un futuro de integración y amistad. Esta es una oportunidad histórica que no puede perderse.

¿Cuándo se salvó el Perú?

El nivel de vida en Perú en 1990 era prácticamente el mismo que el país tenía en 1960. La peor crisis de Perú en este siglo se produce entre los años 85 y 90 bajo el gobierno del presidente Alan García, un populista de centro-izquierda. En dicho período el ingreso por persona se reduce en un 20%, llegando Perú a ser clasificado entre los países más pobres del planeta por el Banco Mundial. Si se considera que los chilenos aumentaron su nivel de vida en un 25% en el quinquenio 85-90, puede apreciarse la extraordinaria diferencia en bienestar de la población y niveles de pobreza que significan distintas estrategias de desarrollo.

La historia le reconocerá a Mario Vargas Llosa la decisiva contribución al despegue del Perú que significó su campaña presidencial. Cuando un hombre del prestigio y la elocuencia del escritor peruano recorre todos los pueblos y barrios del Perú planteando, con convicción y coherencia, una visión y un programa basado en la economía de mercado como el camino de salida de la pobreza y el subdesarrollo, está realizando la invaluable labor de sembrar la semilla del futuro. Aunque el convincente hablador liberal pierde la elección, su visión económica-social la gana. Tanto es así que el ministro clave en el cambio de rumbo de la economía peruana, Carlos Boloña, era miembro del equipo del líder del Movimiento Libertad, así como lo eran los más influyentes economistas del Perú de hoy. No deja de ser interesante que el escritor que en "Conversación en la Catedral " hizo a un personaje preguntar "¿Cuándo se jodió el Perú?", transformado, a pesar suyo, en hombre público, haya marcado el punto de inflexión desde el cual se inicia la salvación del Perú.

La importancia de la acción

Es un mérito innegable del Presidente Fujimori estar ejecutando con gran decisión una transformación económica de signo liberal. Tres hechos atestiguan la enormidad de la tarea realizada. Primero, la derrota de la hiperinflación y la reanudación del crecimiento, mientras al mismo tiempo se combatía enérgicamente a Sendero Luminoso. Segundo, la apertura de los distintos sectores productivos. Sólo aquella de la minería ha significado que, desde 1992, cerca de 80 empresas extranjeras y peruanas han establecido derechos sobre más de 15 millones de hectáreas y se estima que se invertirán alrededor de US$ 9.000 millones en los próximos 5-8 años en el sector. Las proyecciones de diversos yacimientos (como Quellaveco) superan varias veces la original. Tercero, el proceso de privatizaciones marcha aceleradamente y quizá culminará con la licitación (por filiales) de PetroPerú (el Codelco chileno, el YPF argentino). Recién comienzan a desarrollarse las enormes potencialidades del gas (Camisea), la agricultura y el turismo. Después vendrá la necesaria inversión en infraestructura en un país azotado por el doble flagelo de Sendero Luminoso y los presidentes estatistas.

Sin embargo, hay dos grandes problemas por resolver. Primero, fortalecer el estado de derecho y el sistema democrático, erosionado por décadas de demagogia y corrupción. Segundo, invertir en capital humano. Esto requiere estimular el regreso de los profesionales que abandonaron Perú en masa durante las décadas de decadencia económica y educar bien a las grandes mayorías marginadas. Según un estudio de Barro and Lee ("International Comparisons of Educational Attainment", Harvard University, 1993), la población sin ninguna educación llega en Perú al 18% (en Chile es sólo el 2%). Además, la calidad del sistema de educación primaria y secundaria es muy deficiente.

El Norte chileno, centro de Sudamérica

En los mapas del curso de geografía de cualquier escuela chilena, cuando Arica no está cubierta por el listón de madera que sujeta el mapa, esa ciudad parece cayéndose de él. Esa visión era coherente con el Chile replegado sobre sí mismo de las décadas previas a la apertura al mundo iniciada en 1975 y explica por qué tantos chilenos perciben a Arica como una ciudad alejada y distante, carente de toda viabilidad económica. Sin embargo, si se enseñara geografía de Chile con un mapa de Sudamérica -como debería ser en este nuevo Chile abierto a la región y al mundo-, sería visualmente impactante el lugar privilegiado de Arica, 2000 kilómetros más cerca que Santiago del centro del área de mayor dinamismo económico de Sudamérica.

El futuro del norte chileno está ligado al polo de desarrollo que está emergiendo tras el despegue de Chile y Perú, y ojalá muy pronto con similar vigor de Argentina y Bolivia (y tarde o temprano, de Brasil). Así, por ejemplo, la consolidación de un corredor bioceánico que unirá el puerto peruano de Ilo en el Pacífico, cruzando carreteras bolivianas, hasta conectarse con la hidrovía Paraguay-Panamá para llegar al Atlántico tendrá efectos en todos los países, incluido el norte chileno. También lo tendrán los gasoductos que se están planteando en la zona, así como el desarrollo explosivo que tendrá pronto el Sur de Perú. Más que intentar, estérilmente, "protegerse" con subsidios y barreras del tsunami desarrollista que llegará a la subregión, hay que sumarse a la fuerza de este proceso.

Por otra parte, con el aumento explosivo que ocurrirá en el número de personas recibiendo las mejores pensiones brindadas por el sistema de AFP (en moneda de poder adquisitivo constante), cambiara el "perfil" del jubilado chileno, el cual se transformará en un consumidor relevante, especialmente para la industria del esparcimiento. ¿Será Arica o Iquique el Miami chileno, el lugar preferido de los nuevos jubilados para esquivar el duro y contaminado invierno de Santiago?

De los escenarios de guerra a los escenarios de paz

Quizás la única catástrofe que puede detener el progreso del Cono Sur de América es aquella de la guerra Por largo tiempo, en los planes de las Fuerzas Armadas chilenas, la Hipótesis Vecinal 3 (HV3 en lenguaje militar) ha sido una pesadilla estratégica una guerra con los tres países vecinos simultáneamente. Expertos en el tema han creído que de una forma u otra las HV1 y HV2 derivaban, por la dinámica del conflicto y los equilibrios geopolíticos en juego, en una situación en que Chile tendría que defender su territorio contra tres países que lo abrumaban en materia de poderío bélico y población.

Dos veces en la década del 70, Chile estuvo mucho más cerca de una guerra de lo que muchos imaginan. La primera vez, en agosto del 75 cuando la tensión con Perú era enorme. La segunda, ese diciembre del 78 en que la escuadra argentina ya había zarpado en dirección a las islas Beagle, en que Perú seguía agitado por sectores belicistas que pedían una revancha en vísperas del aniversario de los 100 años de la Guerra del Pacífico y en que las relaciones con Bolivia estaban marcadas por el signo de la frustración tras el rompimiento de relaciones diplomáticas. Sin embargo, el gobierno militar fue capaz de desmontar esas verdaderas bombas de tiempo. Durante años, la determinación y sacrificio con que las FF.AA. protegieron la integridad territorial fue un potente disuasivo para cualquier potencial agresor.

El dividendo de la paz

Mientras eso ocurría en el silencio y el terror de nuestras extendidas fronteras, el país reconstruía la trizada textura de su economía y su sociedad. Detrás de la coraza defensiva, se realizó la revolución de libre mercado que ha creado el nuevo Chile. Y es este ejemplo el más poderoso aliciente que está transformando América Latina. A su vez, este proceso, a través de una retroalimentación, actúa de potente "estabilizador" del modelo liberal en Chile.

El despegue de Perú puede transformar a ese país de manera casi inimaginable. Como la fuerza de las reformas liberales continúa produciendo un gran crecimiento en Chile, y Bolivia generará un gran aumento de productividad en su economía con las privatizaciones del presidente Sánchez de Lozada, en una década más esta subregión puede transformarse en un polo de desarrollo que se destacará a nivel mundial.

Es la hora de profundizar la relación entre Chile y Perú a través de:

• Establecer el total libre comercio entre ambos países;

• Estimular el flujo de inversiones en ambos sen tidos para entrelazar fuertemente ambos sectores empresariales (ya hay US$ 600 M . de inversión chilena en Perú, pero muy poca peruana en Chile);

• Impulsar el desarrollo privado de la infraestructura física que debe unir este polo de desarrollo; y

• Establecer una alianza estratégica contra el terrorismo y el narcotráfico.

El gobierno de Perú debe demostrar liderazgo y conseguir la pronta aprobación en el Congreso de la Convención de Lima. Así se superará este escollo histórico que turba la relación entre estos dos países. Países como Francia y Alemania, que se han enfrentado en dos cruentas guerras en este siglo, han sido capaces de superar ese pasado y establecer la más férrea amistad y colaboración hasta el punto de que en pocos años más tendrán una moneda común. La visión de Jean Monnet, Robert Schuman y Konrad Adenuaer, que originó la actual Unión Europea, fue decisiva.

Es difícil comprender que existan sectores seudonacionalistas en ambos países que no entiendan los enormes dividendos que podría traer un futuro de desarrollo común. Un rol clave pueden jugar los medios de comunicación destacando las buenas noticias que están ocurriendo en la relación bilateral y no las mezquindades inevitables que se darán en el proceso.

Una cosa es honrar el pasado. Otra muy distinta es vivir en él. Lo que quiere la inmensa mayoría de los chilenos y peruanos es que los próximos cien años no estén marcados por el legado de una guerra, sino por el desafío común de la "conquista" del Pacífico y de cruzar el umbral del desarrollo antes de sus respectivos bicentenarios el 2010 y el 2021.

 

 

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