Presidente Reagan felicita al Presidente Pinochet por su compromiso en la transición hacia la democracia y a los chilenos "amantes de la libertad" por la "proeza histórica" de salvar a Chile del comunismo.

 

Excelentísimo Sr Presidente de Chile
General Augusto Pinochet Ugarte
Presente

Santiago, 19 de marzo de 1986

Su Excelencia:

Al entrar vuestro Gobierno a su sexto año bajo la Constitución de 1980, tengo el agrado de valerme de esta ocasión para continuar nuestro valioso intercambio de opiniones llevado a cabo mediante mi carta del 7 de noviembre de 1985 y su conceptuosa respuesta del 17 de diciembre de 1985.

Para comenzar, deseo reiterar la voluntad de mi Gobierno de trabajar estrechamente con su país en todas las materias de interés mutuo, de incluir también aquellos numerosos asuntos internacionales sobre los cuales tomamos una posición común frente al expansionismo Soviético y Cubano. Sabemos muy bien que vuestra resuelta acción y la de la amplia mayoría de los chilenos amantes de la libertad evitó la consolidación de un punto de avanzada permanente en Sudamérica, una hazaña que les ha granjeado la persistente hostilidad de los Soviéticos. Nosotros respetamos esta proeza histórica y deseamos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para asegurar que los dolorosos pasos tomados en 1973 conduzcan con seguridad al establecimiento de una democracia fuerte y efectiva, capaz de satisfacer las aspiraciones del pueblo de Chile y defender la independencia de la Nación Chilena.

De acuerdo con esta visión, nuestra política de apoyo a la transición a la democracia, a la cual Ud. ha reiterado su compromiso, ha sido cuidadosamente diseñada para evitar cualquier esfuerzo por promover un itinerario específico, formulación o mecanismo para esta transición. Tal como Ud. expresó en su carta, cualquier intromisión extranjera en el proceso político chileno suscitaría serias desventajas y riesgos. Estamos plenamente conscientes de los riesgos inherentes en tales situaciones, y deseamos conducir nuestras relaciones con su país de manera que se respete siempre el derecho de los chilenos a tomar aquellas decisiones nacionales vitales.

Al mismo tiempo, sin embargo, y dentro del mismo espíritu de sincera amistad en que su carta se refiere a los peligros de una implicación directa por parte de los Estados Unidos en vuestros asuntos internos, me siento obligado a destacar que existen continuas indicaciones de profundas divisiones dentro de la sociedad chilena respecto a la marcha y naturaleza de la transición, como también inquietantes manifestaciones de confrontación política y violencia terrorista. Ante la ausencia de medios legales establecidos para medir la fuerza relativa de las preferencias políticas, nadie puede tener seguridad de la manera en que el pueblo de Chile desea proceder. Nuestros llamados públicos al diálogo, reconciliación y consenso no están dirigidos a tomar partido en asuntos internos delicados, pero más bien a alentar a todos los chilenos de buena voluntad a trabajar juntos para encontrar los medios más rápidos y efectivos para restaurar la democracia. Con esta finalidad, permaneceremos alerta a muestras concretas de progreso hacia esa meta, teniendo presente la importancia de tal progreso para profundizar la cooperación bilateral.

Finalmente, deseo expresar mi satisfacción ante la decisión de su Gobierno el año pasado de trabajar con el Relator Especial de la Comisión de Derechos Humanos de las Nacionales Unidas iniciando un proceso que nos permitió romper el esquema de discriminación de inspiración Soviética/Cubana en contra de vuestro país en las conversaciones sobre problemas de derechos humanos. Como obra en conocimiento de funcionarios de su Gobierno, llevamos a cabo amplias consultas con gobiernos democráticos en Europa y América Latina. Desarrollamos y aprobamos una resolución en consenso que, mientras reconoce la existencia de problemas, no repite el duro y desequilibrado lenguaje de resoluciones anteriores, las cuales fueron emitidas a pesar de nuestras objeciones, sino más bien anima a su Gobierno a considerar las recomendaciones positivas del Relator Especial. Mientras debemos resguardarnos ante mayores esfuerzos por grupos extremistas de izquierda por manipular los asuntos de los derechos humanos, estamos convencidos que existen medidas concretas que vuestro Gobierno puede tomar, las cuales mejorarán la situación y nos permitirán eliminar los vestigios de las dobles normas. El Embajador Barnes está preparado para trabajar estrechamente con Ud. en relación con esta y toda otra materia.

Le ruego tenga la seguridad, Señor Presidente, que la política de esta Administración se mantendrá plenamente consistente con los nobles objetivos proclamados al inicio de la difícil etapa histórica a través de la cual Ud. y sus colegas gobernantes han guiado a su país. Es nuestro firme deseo trabajar junto a Ud. para lograr que esos objetivos se conviertan en realidad.

Atentamente,

Ronald Reagan
Presidente de los Estados Unidos

 

 

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