Dios nació en el exilio

por José Piñera (La Tercera, 15.11.82).


Con este título, Vintila Horia escribió una novela cuyo tema central es la agonía del exilio. Cuando su país -Rumania- cayó en la dominación soviética, este gran escritor lo abandonó, como miles de sus compatriotas, iniciando la trágica experiencia de tantos hombres de nuestra época condenados a vivir lejos de su patria.

Después de haber vivido el exilio con sus sufrimientos y sus nostalgias, pero también con su terrible poder de purificación, Vintila Horia redescubre un día el drama de Ovidio, el poeta romano, quien también había sido un exiliado y que, por extraña coincidencia, había estado desterrado en Rumania, donde incluso había muerto.  Como se sostiene en el prólogo, "entre el escritor latino del siglo I y el escritor rumano del siglo XX se creó una especie de vínculo sobrenatural que procedía de un misterioso parecido".  De allí le surgió la idea de expresar su propia experiencia a través de la tragedia del poeta.

La novela de Horia es, entonces, el diario -apócrifo- de Ovidio en su lugar de destierro, Tomes, una pequeña guarnición romana en los confines del imperio: "Sólo las lágrimas me alivian -solloza el desterrado-; brotan de mis ojos más presurosas que las aguas bajo la nieve de primavera, cuando pienso en Roma, en mi casa, en los lugares que me eran caros, en todo lo que queda de mi ser en esa patria que he perdido".

Y desde Roma, en enero de este año, Su Santidad Juan Pablo II dirigió al Cuerpo Diplomático acreditado ante el Vaticano un emocionado discurso acerca del exilio, en que sostiene que "el hombre no debe ser privado del derecho fundamental de vivir y de respirar en la patria que lo vio nacer, allí donde conserva los más entrañables recuerdos de su familia, la tumba de sus antepasados, la cultura que le confiere su identidad espiritual y que lo alimenta, las tradiciones que le dan vitalidad y alegría, el conjunto de relaciones humanas que le sostienen y protegen".

El gobierno ha decidido permitir el retorno de los chilenos que quieren volver a su patria a vivir en paz y en acatamiento al orden jurídico vigente. Es indudablemente la mejor noticia del año, más aún si ella significara que se dejará de utilizar la facultad de expulsar administrativamente a personas del país.

Ya estarán de regreso un Jaime Castillo, un Eugenio Velasco, un Andrés Zaldívar, y tantos otros hombres pacíficos que hoy sufren la dramática experiencia del exilio.

El mundo entero podrá apreciar que, a diferencia de lo que sucede en los regímenes comunistas que tienen que bloquear sus fronteras para impedir la emigración masiva de sus ciudadanos e, incluso, construir monumentos a la infamia como el Muro de Berlín, a Chile quieren regresar aun los más decididos adversarios políticos del gobierno.

Ya es hora de cerrar tantas heridas abiertas, en los últimos quince años, en la unidad nacional. Quizás una de las más dolorosas es aquella del exilio. Como gemía el poeta Ovidio en su exilio de Tomes:  "Es posible morir antes que estar muerto realmente".

 

 

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