El dolor que une: El programa "Sin Rodeos" de José Piñera

(Reportaje publicado por el diario La Nación el 24 de noviembre de 1991).

En un significativo esfuerzo, un programa de TV -dirigido por José Piñera- juntó a las víctimas de un lado y otro de la violencia política de los últimos 20 años. Fue el último de una serie de doce programas. Pero fue, sin duda, el de mayor impacto.

El programa "Sin Rodeos" (en el canal de TV La Red) que condujo el emprendedor economista, justificó largamente el interés: por primera vez en la televisión--y en cualquier otro medio de comunicación-- aparecieron juntos en el mismo escenario, víctimas de la violencia y parientes de víctimas de uno y otro lado: madres e hijos de detenidos-desaparecidos y esposas e hijas de muertos por la violencia de ultra-izquierda.

No fue tarea fácil convencer a tan dispar grupo para que se atreviera a dar este paso. Y tanto o más mérito tuvo el haberlo encauzado por una senda en que, más que los reproches, primó un común anhelo de justicia, de verdad y de reconciliación auténtica.

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José Piñera: El tema de esta noche es el de la violencia política. Aquí no vamos a discutir quién disparó el primer tiro, quién puso la primera bomba, quién cometió el primer acto de tortura o de terrorismo. Aquí vamos a tener el testimonio de personas que han sufrido mucho y que con su sufrimiento han ganado el derecho a ser escuchadas y que con su dolor han aprendido cosas que todos debiéramos aprender.

(Video con declaraciones de algunas de las personas que están en el estudio:
- Me acostaba y me decía: va a aparecer por la puerta, voy a conversar con él... (Juanita de Yévenes)
- Todos los hijos, de militar o no, tienen miedo... (Bárbara Vergara)
- Yo creo que este proceso hay que vivirlo y el que no lo ha vivido es difícil que lo comprenda... (Gladys Díaz)
- Antes de morir pasó un martirio... (Juanita de Yévenes)
- ... Y ahí escuché los gritos, escuché un disparo, escuché un helicóptero, y acá se sintieron los disparos y salimos a mirar qué pasó... (Javiera Parada)
- Cuando yo llegué y lo vi tirado en el suelo pensé que tenía vida y le hablé, le hablé, le grité '¡por favor!'; era un hombre alto, fuerte, sano; le grité que se mantuviera porque iba a llegar un médico, las ambulancias y se podía salvar... Y Simón se desangró en mi falda... (Juanita de Yévenes)
- ... Me han dicho también: oye, a lo mejor fueron los mismos milicos los que mataron a tu papá... (Bárbara Vergara)
- Que no existe nada, nada, que valga la pena para matar a otra persona. (Gladys Díaz)
- El Informe Rettig y el Presidente de la República dicen que todos los detenidos-desaparecidos están muertos. Pero el sentimiento de esperanza, señor, no, no se borra jamás. Si en este momento usted me pregunta, ¿cree usted que su hijo está vivo o muerto?... Para mí está vivo, y ¿por qué no? ¿Por qué no pensarlo? (Victoria Sabater))

José Piñera: Esta noche tenemos aquí a Javiera Parada Ortiz. Ella es hija de José Manuel Parada; quien trabajaba en la Vicaría de la Solidaridad y era miembro del Comité Central del Partido Comunista. Un día fue a dejar a Javiera al colegio. Fue secuestrado y a los tres días se le encontró degollado. Javiera fue la última persona que estuvo con él. Javiera, ¿qué edad tenías cuando tu padre fue secuestrado?
- Tenía 11 años.
- ¿Te fue a dejar al colegio?
- Me fue a dejar al colegio porque, para variar íbamos atrasados y yo le pedí que diera una explicación y lo último que vi fue cerrar la puerta, chao y...
- Y no lo viste más...
Tenemos aquí también a Juanita, viuda de Simón Yévenes, que por esos años también sufrió la pérdida de su marido, el dirigente poblacional de la UDI. Juanita, ¿cómo fue eso? ¿Es verdad que Simón había sufrido amenazas antes de su asesinato?
- Exactamente. Simón comenzó a sufrir amenazas y cosas por el estilo en el momento en que empezaron las protestas. Fue un martirio, porque él fue amenazado continuamente, por teléfono, por carta, éramos molestados casi todos los días. No había tranquilidad. Desde un momento dado, no pudo dormir tranquilo, se dedicó a cuidar a su familia, a cuidar su propiedad. Por lo tanto, no durmió hasta que lo mataron y ahora el duerme para siempre...
- ¿Tú crees que es justo que alguien pierda la vida por pensar distinto?
- Absolutamente no. Coincido plenamente con Javiera, cuando ella dice que no vale la pena perder la vida de ése modo, por ideas políticas, las cuales podemos conversar perfectamente bien, pero no llegar hasta la muerte, no llegar hasta la agresión física ni a la agresión verbal y en un momento dado encontramos que estamos en un país dividido...
- Hay dolor enorme en perder a un ser querido, pero también hay un dolor enorme en perderlo y no saber si está vivo o muerto. Tenemos aquí a algunas madres de chilenos que fueron detenidos y después no se supo nunca más de ellos, de detenidos-desaparecidos. Quiero conversar con la señora Victoria Sabater, que perdió a su hijo Hernán. ¿En qué año lo perdió, señora Victoria?
- Mi hijo Hernán se perdió el 28 de Julio de 1974, en la ciudad de Parral. Fue detenido por el Sargento de Carabineros Luis Hidalgo y el carabinero Carvajal. Yo tengo testigos de que entró a la Comisaría, por la señora Yolanda Carmona, pero no tengo testigos de que él haya salido de ahí.
- Señora Victoria, usted me decía que lo espera todos los días. ¿Usted no sabe qué pasó con él?
- Todavía no sé qué pasó con él. El Informe Rettig para mí fue una verdad inconclusa. El Presidente de la República dijo que todos los detenidos-desaparecidos estaban muertos, pero eso no me convence en absoluto. Mientras yo no vea los restos de mi hijo, sepa qué ocurrió con él y dónde están sus restos, no voy a descansar nunca, jamás...
- Señora Victoria, me decía que usted esperaba a su hijo en la Navidad...
- (Con la voz muy entrecortada por la emoción) Aunque está mi hija aquí y ella no lo sepa, pero yo siempre le tengo un regalo guardadito por si llega... ¿Cómo sabe usted si puede llegar? Si él se fue sano, era joven, ¿por qué, por qué no puede llegar? Y si lo mataron, cómo van a ser tan crueles, tan crueles que no me hayan dicho: aquí están sus restos, entiérralos, tienes donde ir a dejar una flor. ¿Por qué, señor, esa crueldad tan grande...? Yo no la acepto. Ya pasé mis 70 años y lo único que le pido a mi Dios es saber dónde está mi hijo. Yo le dije al presidente de la Corte Suprema: si usted no tiene ojos para ver la justicia aquí tiene los míos. No vacilé un instante en darlos para conseguir la verdad, la justicia. No sólo en el caso mío, sino que la Agrupación de Familiares de detenidos-desaparecidos somos una familia que nos vemos hace 18 años todos los días. Y todos los días nos llegamos contando nuestras penas.
- Veo que usted ha venido con amigas, con personas que sufren lo mismo que usted...
- (Otra entrevistada) Así es. Nosotros tenemos siempre el deseo de que nos devuelvan a nuestros familiares, nos devuelvan por último sus restos. Que sean identificados también los hechores, no para que pasen lo que ellos pasaron, pero sí para que nunca más suceda. Nosotros necesitamos que haya verdad y justicia, para que no siga habiendo violencia, porque de lo contrario, jamás se va a terminar esto. Es un odio que se va multiplicando mientras no haya verdad, una verdad completa.
- Saber que sus hijos que están aquí... Lo veo (se refiere a una foto que tiene la señora Victoria) aquí está su hijo Hernán...
- Aquí está mi hijo Hernán ocho días antes de irse...
- Bueno, ojalá si alguien que está viendo este programa sabe dónde está...
- Por favor, ¿me permite mandar un mensaje?... Yo le digo al sargento Hidalgo que yo a él le pido, él lo tomó, él lo llevó, él creo que sabe dónde está mi hijo. Si él sabe dónde está mi hijo, que si él no quiere decírmelo a mí...
- Me lo diga a mí.
- Se lo diga a usted.
- También está con nosotros Bárbara. Bárbara Vergara es hija del Coronel Roger Vergara, que un día fue asesinado. ¿Cómo fue eso? ¿Qué edad tenías tú?
- Yo tenía 17 años y también comparto el dolor de la señora, entiendo que quiera encontrar los restos de su hijo...
- ¿Tú tienes mucho dolor?
- Yo también tengo dolor, yo no llevo una foto de mi papá, como no la lleva ninguno de los hijos de carabineros, ni de otros militares que han matado y que los han matado sólo por usar uniforme.
- ¿Tú recuerdas a tu papá todos los días?
- Mi papá está conmigo todos los días, con mi familia, y nosotros también pedimos justicia, porque también hay dolor y los llamados presos políticos que no salgan. También queremos justicia.
- Pero, ¿has perdonado, Bárbara, en tu corazón?
- Yo creo que puedo perdonar, pero olvidar, no puedo olvidar nunca.
- Difícil olvidar estas cosas. Tenemos esta noche aquí a Roberto Guzmán. Roberto tenía 11 o 12 años cuando su padre en el norte fue asesinado por lo que se ha llamado "la caravana de la muerte". ¿Qué sentiste Roberto cuando supiste la noticia?
- Al comienzo mi abuela, la Yaya, con mi mamá nos dijeron que había muerto en un accidente en el norte, porque él era abogado de algunas compañías mineras y seis meses después me dijeron que había sido fusilado.
- ¿Qué has hecho, Roberto, para superar ese dolor? No sé si tuviste, ¿odio en algún momento?
- No. Yo creo que, afortunadamente, no llegué a tener odio. Rabia, sí, e indignación que todavía siento cuando veo injusticias; indignación que es lícita, pero, gracias a Dios también encontré a Dios, que fue un don de Dios, absolutamente de Dios.
- Roberto, tú me contaste que en un mes más vas a ordenarte sacerdote. ¿Ha tenido algo que ver esta decisión en tu vida con la muerte de tu padre?
- Yo lo he pensado. Yo creo que seguramente, sí, indirectamente, pero no en forma consciente por lo menos... Quizás hay algo heredado del idealismo del papá. El papá era un hombre muy idealista, realmente un hombre con opciones claras en la vida, que se las jugó en vida y la muerte no la buscó él, pero la encontró y eso me merece mucho respeto.
- Roberto tú me contaste que habías conocido a la persona que mató a tu padre.
- No... no...
- Sabes quién es la persona...
- Sé quienes son.
- ¿Has perdonado, Roberto? ¿Si tuvieras mañana que darle la comunión a uno de ellos, se la darías?
- De todas maneras, si viene alguien en la fila de la comunión se la doy. No le pregunto nada a nadie.
- ¿Serías capaz de ayudar a alguno de ellos, a confesarse contigo?
- Pero absolutamente, absolutamente sí. Yo sé qué hay ahí un sufrimiento escondido, un sufrimiento que no se ha revelado, que es el sufrimiento de los que mataron. Llevar un peso en la conciencia es grave, militares o civiles, de izquierda o de derecha, llevar el peso de la muerte en la conciencia es un dolor grave, un dolor intenso. Es un dolor que se tiene que develar, se tiene que dar a conocer. Necesitan ayuda; pienso que hay sufrimiento también en ellos...
- Yo quisiera, Juanita, que tú me dijeras qué opinas de este testimonio que ha dado Roberto, un hombre que va a ser sacerdote, quizás, porque su padre ha muerto. Tus hijos, ¿creen en Dios?
- Por supuesto...
- ¿Es tan grande la fe? ¿Ha motivado en ellos una fe muy grande, quizás, la muerte de Simón?
- Sí, de todas maneras y lo que yo he escuchado en Roberto es realmente admirable; es admirable porque coincidimos también en eso, porque yo no siento odio. Rabia, impotencia sí, porque somos seres humanos, pero odio no.
(Video con distintas declaraciones de Gladys Díaz:
Cuando tú estabas en Villa Grimaldi y te abrían las carnes y sangrabas por los cuatro costados, si te hubieran preguntado: ¿qué habrías hecho si hubieran dejado a tu alcance una metralleta?... yo no te puedo decir si es que no la hubiera tomado y hubiera matado a todos los que estaban ahí. Pero nunca pensé que me tenía que defender, porque yo partía de la base que si me querían matar, me iban a matar...
Dentro de cada ser humano hay un potencial torturador y quien lo puede poner en movimiento es el autoritarismo. ¿Sabes tú lo terrible que es descubrir que hay un ser humano que disfruta con tu dolor? He convocado públicamente a uno de mis torturadores de que quiero hacerle una entrevista. Yo tengo curiosidad también por saber qué sintió él cuando me torturaba a mí o a otra persona. Cómo se sintió después. Cómo se sintió cuando besó a su hijo. Cómo se sintió cuando hizo el amor con su mujer.
La reconciliación no es un problema de decretos, y te lo digo yo, que para llegar a un estado de paz interior, por llamarlo así, he tenido que vivir un largo, profundo, difícil y doloroso proceso...)

José Piñera: Tenemos aquí también esta noche a Maximiano Errázuriz. Maximiano fue un activo opositor al gobierno de la Unidad Popular, fue diputado. Maximiano, ¿existió tortura durante la Unidad Popular?
- Existió tortura y la viví en carne propia. Yo fui secuestrado el 15 de Septiembre de 1971 y amarrado a la línea férrea para ser obligado a firmar una declaración en la que aparecía comprometido en un golpe de Estado en esa época.
- ¿La firmaste?
- La tuve que firmar después de haber sido torturado, golpeado, esposado y abofeteado en el Cuartel de Investigaciones de Rancagua. Después de eso estuve 45 días preso. Posteriormente, azuzado por el alcaíde de la cárcel, fui linchado por noventa y tanto presos. Afortunadamente los vigilantes intervinieron y eso me salvó la vida.
- ¿Es un caso especial el tuyo, es un caso único?
- Juan Luis Ossa, también fue torturado en la plaza de peaje de Angostura. Fue detenido e inmediatamente le colocaron en el automóvil algunas armas, pero gracias a Dios apareció la televisión y así lo dejaron tranquilo. He conversado con Juan Luis y él ha perdonado a sus torturadores, al igual que yo. Y a pesar de conocer sus nombres no los voy a dar. Ellos tienen mujer e hijos y si se quiere la reconciliación nacional hay que empezar por perdonar.
- Maximiano, ¿tú crees que lo que te ocurrió a tí, lo que le pasó a Juan Luis, justifica la tortura que existió durante el gobierno militar?
- De ninguna manera... Yo creo que toda tortura y toda violencia es mala y no conduce absolutamente a nada.

- Aquí tenemos a Gladys Díaz. Gladys fue directora del periódico del Mir, El Rebelde y Gladys fue detenida y estuvo tres meses con la vista vendada en Villa Grimaldi, donde fue torturada. Gladys, ¿qué te ha dejado esa experiencia terrible?
- Bueno, no solamente a mí sino que a las miles de personas que en este país fueron brutalmente torturadas y lo que es más terrible, los que no están para contarlo, como estoy yo acá, que no sabemos siquiera dónde están. La experiencia, es una experiencia de dolor, de mucho sufrimiento, de un sufrimiento que permite sentir sufrimiento por lo que pasa a Juanita o lo que le pasa a la hija de Roger Vergara. Pero hay una cosa que es fundamental decirla, porque yo creo que este país necesita reconciliarse, necesita sanarse, este país necesita volver a mirarse a la cara...
- A los ojos...
- A los ojos. Lo que quiero decir, es que eso de no poder mirarse porque se piensa distinto no debiera volver a pasar. Pero no bastan los buenos deseos o como ya decía antes, no basta un decreto, porque ha habido mucho dolor y para que realmente nos reconciliemos, requerimos la verdad. Tenemos una partecita de la verdad con el Informe Rettig.
- ¿Tú sabes, Gladys, quién te torturó?
- Sí, sé quién me torturó.
- ¿Qué sientes, qué pasa si lo ves en la calle?
- Yo pienso que él es el "pato de la boda". Aquí hubo un régimen, un sistema autoritario que se dejó caer sobre todos los oponentes con todo el peso del Estado. Entonces, para mí, el hombre que me torturó es una pieza, una tuerca de todo un sistema, de todo un engranaje.
- Eso decías tú, de que una de las cosas que más te había impactado era que alguien pudiera gozar la tortura, ¿tú crees que eso es así?
- Yo creo que para que algo ocurra, tan terrible como lo que ocurrió, incluso el régimen militar no podía pedirle a cualquiera que lo hiciera, porque yo creo que no es un problema de ideología.

José Piñera: Estamos hablando de la violencia política, con personas que la han sufrido, con personas que tienen el derecho a ser escuchadas. Veamos unas imágenes.

(RECUENTO DE LA GENESIS DE LA VIOLENCIA POLITICA, DESDE EL CASO DEL TENIENTE HECTOR LACRAMPETTE --ENTREVISTA A SUS PADRES-- PASANDO POR EL GENERAL SCHNEIDER Y EL VICEPRESIDENTE EDMUNDO PEREZ ZUJOVIC, Y RECIENTEMENTE, EL SENADOR JAIME GUZMAN).

José Piñera: Acabamos de ver ahí la imagen de Jaime Guzmán, asesinado hace algunos meses. Roberto (Guzmán, el seminarista), ¿qué sentiste tú cuando supiste que habían asesinado a Jaime Guzmán?
- Pena. Honestamente, yo creía que durante este tiempo iba a ver a mucha gente, seguramente de derecha, asesinada y lo lamentaba. Y no ha sido así, afortunadamente. No es mucho, pero sí Jaime Guzmán.
- ¿Importa que sea mucho o una?
- Importa, importa. Una importa mucho. Hay que solidarizar con el sufrimiento. Yo eso lo aprendí de la muerte de mi padre: a sufrir con el que sufre.
- Javiera (Parada), la muerte de Jaime Guzmán ¿también te dijo algo a tí?
- Me dijo algo, pero yo quiero aclarar otro punto. A nosotros innumerables veces nos han preguntado por el perdón y yo quiero decir que para que se nos pregunte por perdón tiene que haber justicia. Yo no puedo perdonar a alguien que no ha pagado con años de cárcel, que no ha pasado por un juicio, por la justicia. Yo necesito saber que mis hijos no van a ser asesinados por el que asesinó a mi padre. Yo necesito saber que mis hijos no van a desaparecer como desapareció mi abuelo y para eso es necesario justicia.
Yo creo que el perdón es un proceso muy íntimo, muy de uno, pero el proceso de la justicia y el proceso de la verdad es un proceso de todos. Yo creo que eso es tan necesario en el caso de mi padre, como en el caso de Jaime Guzmán.
Yo, que he sufrido el exilio de mi familia, el asesinato de mi padre, la desaparición de mi abuelo, no me siento con el derecho a hacer que otras personas sufran lo que yo he sufrido. No me siento con el derecho a decir: "Tú asesinaste y, por lo tanto, yo te asesino". No es una cuestión de ojo por ojo, diente por diente, la vida es un valor supremo que nadie puede violar y para eso yo creo que es necesario justicia.
- Ese es el testimonio de Javiera Parada. Jorge (alguien que está entre el público) ¿tú querías decir algo sobre el perdón, la justicia, la verdad...?
- A mí me parece maravilloso lo que Javiera ha dicho y yo creo que es la clave de lo que está pasando aquí. Si nosotros seguimos viviendo en el Antiguo Testamento, del ojo por ojo, diente por diente, no tenemos solución.
- No van a quedar ojos ni dientes en Chile...
- Efectivamente. Pero si nosotros entendemos que debemos vivir el Nuevo Testamento, todo este dolor, toda esta angustia, todo este sufrimiento, este dolor y sufrimiento de ustedes no es solamente de ustedes y de los que perdieron a sus hijos. Es de todos nosotros, es de todos los chilenos, es absolutamente de todos nosotros. Y si nosotros no pasamos del Antiguo Testamento del ojo por ojo, diente por diente, a la cruz de Cristo con su Resurrección, que es la verdadera vida y donde verdaderamente vamos a encontrar en este país la amistad y el verdadero perdón, el perdón del fondo del corazón, la verdadera paz, no tenemos solución.
- La señora Alicia quería decir algo
- Yo soy esposa de Ofelio de la Cruz Lazo, detenido y desaparecido el '74. ¿Qué ha significado para mí llegar a esta verdad y reconciliación? En primer lugar, fue el poder aceptar yo misma que no podía vivir con odio.
- ¿No la ha ayudado la fe, señora, a usted?
- La fe me ha ayudado mucho a seguir caminando en la búsqueda de mi ser querido, a pesar de haber quedado con tres niños tan pequeños... Pero en esto me ayudó mucho la comunidad cristiana; me ayudó en la fe, en caminar y en el amor. Eso me hizo a mí seguir en la búsqueda y tratar de perdonar, pero no les pido a mis hijos que perdonen. Yo no les puedo decir eso porque ellos tienen que descubrirlo lentamente.
- ¿Ellos lo conversan con usted?
- Lo conversamos, ellos aceptan mi verdad, aceptan este dolor mío y hasta la fecha sigo en la lucha, sigo en la Agrupación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos, lo sigo buscando, está muy dentro de mí, nunca inculqué el odio a mis hijos, nunca, nunca...
- O sea, usted comparte con Javiera lo que nos acaba de decir. Javiera, tú has dicho algo muy importante, que es, por una parte, la justicia y la verdad y, por otro lado, el perdón. Tú estás al lado de Juanita viuda de Yévenes. Juanita, usted fue amiga de Jaime Guzmán, ¿qué dijo Jaime Guzmán cuando supo la muerte de su marido? Usted me contó algo.
- Así fue. Yo le contaba aquí de que una de las personas que me ayudó a superar ese momento de dolor fue Jaime.
- ¿Echas de menos a Jaime?
- Por supuesto, por supuesto...
- ¿Y tú, Maximiano?
- Indudablemente. Es una muerte muy inútil, muy innecesaria. No se ganó nada y se perdió mucho. Yo creo de que la muerte no soluciona los problemas. El crimen y el asesinato no resuelven los problemas. Y si no se puede lograr la justicia que uno espera, el mecanismo no es el terrorismo ni la violencia.
- Sí, Maximiano, pero la verdad. Javiera ha dicho ¿por qué no hay justicia, por qué no hay verdad, por qué no se descubre esta gente que ha hecho estas cosas? ¿Qué opinas tú de eso? ¿Qué pasa con el Poder Judicial chileno, qué pasa con las investigaciones, qué pasa con los procesos...?
- Yo creo que efectivamente hay muchos juicios, hay personas que han sido descubiertas, que están privadas de libertad; otros han salido; otros han sido amnistiados. Hay algunos procesos todavía en que por falta de prueba no se ha podido descubrir nada. Yo espero que los asesinos de Jaime Guzmán se descubran.
- Maximiano, y los casos de José Manuel Parada y los del padre de Roberto...
- Dramáticos, yo creo que todos esos casos son dramáticos...
- Una verdad total. ¿Estarías de acuerdo en que se sepa la verdad de todo lo que ha pasado...
- Que se sepa la verdad de todo, absolutamente de todo, y que si hay alguien que sabe dónde está un detenido-desaparecido que lo entregue, porque todos tienen derecho a darles cristiana sepultura a sus muertos y todos tienen derecho a ir a verlos y entregarle flores... Yo creo que eso es legítimo.
- Quisiera este diálogo ahora con la señora Hilda. También conversé de su hijo Gerardo... ¿No lo ha visto más?
- No. Gerardo fue detenido el 10 de diciembre de 1974 y desde ahí jamás hemos tenido noticias de él. Sabemos que lo detuvo la DINA, que estuvo en un lugar de tortura; su compañera Bernardita lo dijo, estuvo presa con él.
- Javiera (Parada) ¿tú querías decir algo?
- Yo creo estar bastante informada y sé que no están todos los procesos abiertos, no se han hecho todos los esfuerzos que se deberían haber hecho. La cuestión de la verdad y la justicia pasa por una decisión que yo creo que no ha habido. Espero que asumamos que es tan necesario que aparezcan los asesinos de mi padre, como que aparezcan los asesinos de Simón Yévenes, pero que también que aparezcan los que hicieron desaparecer a los desaparecidos.
Yo no entiendo por qué a mí me dicen que los asesinos de mi padre pueden ser juzgados por la ley y los de mi abuelo no, porque ocurrieron en otro año. No entiendo por qué me piden que haya una amnistía. ¿Cuál es la diferencia? ¿Había diferencias en la vida de ellos? ¿Había diferencias con el hijo de la señora Victoria? Yo siento que para seguir caminando necesitamos que este país se sane y eso para por la decisión de las personas que hoy día pueden hacer justicia y que no han querido hacerla. No hay otro impedimento, los datos están, falta la decisión.
- Gladys (Díaz) me decía que quizás parte del clima de delincuencia, de violencia que hay en Chile tiene algo que ver con la impunidad...
- Exactamente, yo pienso que incluso tenemos nuevos tipos de crímenes hoy en Chile. Hoy se secuestra a muchachitas jóvenes, se las viola y aparecen después sus cadáveres. Esos son crímenes nuevos que tienen que ver, justamente, con lo que pasó en todos estos años: se violó, se secuestró, se torturó, se hizo desaparecer, se asesinó y eso hoy no está castigado.
- Tú sabes que está secuestrado Cristián Edwards. ¿Qué les dirías a los secuestradores de Cristián Edwards?
- Yo les diría que no es posible, después de todo lo que hemos hablado, del dolor de las madres de los desaparecidos, se haya una vez más tomado a un hijo, donde hay una familia completa desesperada, sin tener idea de cuál puede ser el origen, puesto que no hay ninguna justificación. Para ningún secuestro la hay pero ahora, en plena transición democrática, después de todo lo que hemos hablado, después de todo lo que hemos testimoniado, realmente me parece extraordinariamente serio, grave, que eso ocurra. Y quiero decir que no hay ninguna víctima de la represión, víctima de la violencia política, que no se sienta solidaria con la familia Edwards y que se sienta solidaria con él en cualquier lugar en que esté.

José Piñera: Esta noche se ha hablado de violencia política. Cuando decidimos tratar este tema tuve temor porque ¿cuántas veces hemos visto hablar de violencia política con gestos, con actitudes, con palabras que son violentas y que muchas veces llevan aguas para un lado político? Pero esto no ha pasado esta noche. Esta noche hemos escuchado a personas que han sufrido muchísimo; hemos escuchado a personas que no saben si sus hijos están vivos; hemos escuchado a personas que han sido torturadas; personas que han perdido familiares y, sin embargo, aquí ha habido un clima de respeto, un clima de perdón. Y también se ha pedido que haya verdad y justicia. Esta noche hemos tenido testimonios extraordinarios. A mí lo que más me queda es la convicción de todos de que nunca más en Chile puede haber violencia de origen político. Podemos tener las ideas más distintas, defenderlas con fuerza, incluso con pasión, pero nunca, nunca, apelar a la violencia política de nuevo, para que así podamos tener un solo país, podamos mirarnos a los ojos y podamos decir: "Esto pasó, pero nunca más va a volver a pasar".


 

 

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