UN REGALO PARA MICHELLE
(El Mercurio, 14 de Noviembre, 2005)

por José Piñera

Michelle Bachelet sostiene en su programa de gobierno que es necesario “mejorar el sistema de capitalización individual, no reemplazarlo”. La candidata presidencial complementa así el reconocimiento que le hizo al sistema, hace cuatro años, el Presidente Ricardo Lagos: “Nos reunimos para celebrar los 21 años de un sistema (privado de pensiones) que ha funcionado y que ha sido exitoso, y que ahora lo perfeccionamos porque vamos a tener cinco fondos”.

El jefe de gabinete del Presidente Clinton fue aún más allá y llamó a la Reforma Previsional chilena “la madre de todas las reformas”, y el Presidente George W. Bush sostuvo que ella es “un gran ejemplo para la reforma necesaria en Estados Unidos” en su visita a Santiago el año pasado. Es natural el mayor entusiasmo de aquellos que la quieren pero aún no la tienen.

Sin embargo, de la lectura de tal programa se concluye, lamentablemente, que no hay ninguna propuesta que “mejore” el sistema de capitalización. Más allá de diversos errores conceptuales, diagnósticos autoflagelantes y vaguedades propositivas, este programa, en materia previsional, es sólo un listado de inquietudes enfocadas a mejorar el distorsionado mercado del trabajo, que impide que más chilenos puedan acceder a los beneficios del ahorro para la vejez, y a ampliar la siempre insuficiente red de protección social en un país de bajo ingreso per cápita.

Aunque ajeno a la política contingente, considero un deber contribuir, como simple ciudadano que ama a su país, al éxito del gobierno de Michelle Bachelet si, como es presumible, resulta electa Presidente de la República.

Somos muchos los chilenos que compartimos una profunda y legítima aspiración a una mayor equidad entre hombres y mujeres. La postergación ancestral, la discriminación arbitraria e incluso la violencia abusiva contra ellas ha sido una realidad histórica.

Con sincera amistad cívica, le entrego una idea tan simple como revolucionaria: que, de ahora en adelante, la contribución de 10% de su remuneración que hace un trabajador(a) a su cuenta de ahorro para la vejez se divida por dos y se deposite 5% en la cuenta del marido y 5% en una cuenta de la mujer, ambas en la misma AFP para minimizar los costos y facilitar su control. Si ambos trabajan, se suman ambas contribuciones y se dividen por dos, y en la vejez cada uno recibe su pensión.

Todavía la mayoría de las mujeres hace su trabajo en el hogar, realizando la más trascendente y hermosa labor imaginable: cuidar y educar a los hijos. Con este cambio, cada mujer, aunque no tenga un trabajo formal, tendría su cuenta de ahorro para la vejez con la misma rentabilidad y seguridad del marido. Si una de esas mujeres fuera abandonada, no sumaría a su tristeza la ausencia de ahorro para la vejez, ya que la obligación previsional del marido persistiría, cautelada por la ley y retenida por el empleador. Además se eliminaría un tema de discusión en los juicios de divorcio.

Por supuesto, habría que realizar algunos ajustes técnicos al DL 3.500 de 1980 y definir varios temas de transición: la pensión de viudez para estas cuentas conyugales, la gradual igualación de las edades de jubilación legal, la garantía de pensión mínima como de alcance familiar y no individual, etcétera. Si existe seriedad y buena voluntad, esos temas se pueden resolver sin mayor dificultad.

Esta propuesta recoge una justa valoración de la igualdad del esfuerzo conyugal, es al mismo tiempo pro mujer y pro familia, y es propia de una sociedad más moderna y más madura. Y lo hace manteniendo intactos los pilares del sistema de capitalización y sin implicar, en su esencia, un mayor costo fiscal.

En fin, si algunos ya hemos recibido el mejor regalo de nuestras vidas con el aniversario de plata del sistema de capitalización chileno, que ya ha transformado a 100 millones de personas de proletarios en propietarios en los 20 países al que ha sido exportado, ¿por qué no regalar una idea a Michelle para que comience bien y contenta su posible gobierno en beneficio de todos los chilenos y chilenas?

 

 

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